Cuántas veces te has sorprendido a ti mismo pensando en lo que vas a decir antes de que tu interlocutor acabe su exposición?

Es algo normal. Estamos acostumbrados a no escuchar. La comunicación se torna a veces una simple herramienta para demostrar, parecer y otras formas que tiene la búsqueda del amor o respeto. Porque queremos ser cool. Ser queridos; o respetados. Parece más importante cuán inteligente sea tu parlamento que la comunicación en sí. El ego frente al entendimiento.

Cuántas veces te has sorprendido a ti mismo pasando por alto sin valorar las experiencias de tu interlocutor (que puede que hasta sea un amigo o familiar que te necesita), para sobreponer las tuyas propias?

Tenemos un mecanismo afinado a la hora de hablar, pero muy fofo el músculo de la escucha.

Cuánta cantidad de información se está perdiendo en el mundo? Cuánta posibilidad de entendernos, evolucionar y ser mejores.

Prueba a escuchar a tu interlocutor hasta el final. Trata de salir de la cabeza y concéntrate en lo que te dicen. Es un ejercicio que no siempre sale a la primera, pero que poco a poco se consigue. Escucha las palabras e imagina si quieres el escenario. Presta la mayor atención, lo más relajado posible.

La música, el teatro y sobre todo la improvisación, sólo funciona cuando se agudiza la escucha; los equipos de trabajo potencian exponencialmente su dinámica, fluidez, comunicación, tiempo y paciencia si ejercitan este arte, tan sencillo de implementar, pero que requiere de cierto entrenamiento y voluntad.

 

Beatmac